LOS DONGUIS Publicado por Melissa Suárez , viernes, 15 de octubre de 2010 at 20:11, in

  Después de recordar todos los asesinatos que cometí con esas mujeres, seres irrepucnantes que me dan asco; por ellas es que estamos pagando este castigo de ser expulsados del reino de Dios. Escuchar de la boca de uno de mis compañeros "¿tienes familia?" me hace desear exterminar todas las mujeres de este mundo. Por esto decidí elaborar un plan, pero no uno cualquiera, era uno que terminara definitivamente con todas las mujeres; se que el de los hoteles está bien, pero necesitaba algo más, que llamara la atención, como una excursión.

   De pronto escuché una voz:

-Hola,¿Cómo está?- me di la vuelta y observé que era una chica; era limpia como el agua de un manantial y hermosa como el amanecer; no sé pero mis pensamientos se llenaron de flores en ese momento, fue una sensación extraña que nunca habia sentido. De inmediato y medio temeroso le pregunté:

 -¿Cómo te llamas?- y ella me respondió:

 -Me llamo Amanda, soy la ingeniera mexicana que Enrique solicitó.

 Su voz me parecía cada vez más hermosa, pero volví a la realidad y le dije:

-Ven, te voy a llevar con Balsa y Balsocci que seguramente no te conocen-,ilusionado,caminé con ella hasta ellos y la dejé hablando para poder concentrarme en mi plan. Pero como sacar esa voz de mi cabeza, de un momento a otro se me ocurrió una de mis ideas, y ésta incluía a Amanda.

 En la noche invite a Amanda a salir; caminando, ella preguntó:

-¿Dónde me llevas?- decía con una sonrisa. 

-No te desesperes que ya casi llegamos.-La llevé hacia una cueva subterranea donde habitaban algunos donguis.

 -Este es el lugar-le dije.

-Y ,¿Qué haremos aquí?- no tenía el valor para deshacerme de ella, creo que me habia enamorado.

Y cuando traté de decirle, ella me sonrió y me dijo:

- Que desperdicio de hombre-

No comprendía por qué decía eso,pero en ese mismo momento ella tocó un silbato y de repente sentí que algo me llevaba hacia el fondo de la cueva, y cuando voltié a ver, era un donguis, desconcertado la miré y ésta dijo: - ¡Que iluso eres, caiste en tu propia trampa!-

Ella se alejó y solo escuchó como yo era deborado.